martes, octubre 30, 2007

LOS HIJOS DE LA BUENA ESTIRPE


"Uno de los tópicos más en boga en el momento actual en que el mode­lo socialista ha sido votado mayoritariamente en nuestra patria es el que predica la igualdad humana. En nombre de la igualdad humana se aprueban cualesquiera normas y sobre las más diversas materias: incompatibilidades, fijación de ho­rarios rígidos, impuestos -cada vez mayores y más progresivos- igual­dad de retribuciones... En ellas no se atiende a criterios de eficacia, responsabilidad, capacidad, cono­cimientos, méritos, iniciativa o ha­bilidad: sólo importa la igualdad. La igualdad humana es el salvocon­ducto que todo lo permite hacer. (...) Ya en épocas remotas -existen en este sentido textos del siglo VI antes de Jesucristo- se afirmaba como verdad indiscutible, que la estir­pe determina al hombre, tanto en lo físico como en lo psíquico. Y es­tos conocimientos que el hombre tema intuitivamente -era un hecho objetivo que los hijos de buena estir­pe, superaban a los demás- han si­do confirmados más adelante por la ciencia. (...) La desigualdad natural del hombre viene escrita en el có­digo genético, en donde se halla la raíz de todas las desigualdades hu­manas: en él se nos han transmitido todas nuestras condiciones, desde las físicas: salud, color de los ojos, pelo, corpulencia... hasta las llama­das psíquicas, como la inteligencia, predisposición para el arte, el estu­dio o los negocios. Y buena prue­ba de esa desigualdad originaria es que salvo el supuesto excepcional de los gemelos univitelinos, nunca ha habido dos personas iguales, ni siquiera dos seres que tuviesen la misma figura o la misma voz, (...) Por eso, todos los modelos, des­de el comunismo radical hasta el so­cialismo atenuado, que predican la igualdad de riquezas, son radical­mente contrarios a la esencia mis­ma del hombre, a su ser peculiar, a su afán de superación y progreso y por ello, aunque se llamen a sí mis­mos modelos progresistas constitu­yen un claro atentado al progreso, porque contraría y suprimen el na­tural instinto del hombre a desigua­larse, que es el que ha enriquecido al mundo y elevado el nivel de vida de los pueblos, que la imposición de esa igualdad relajaría a cotas míni­mas al privar a los más hábiles, a los más capaces, a los más emprende­dores. .. de esa iniciativa más pro­vechosa para todos que la igualdad en la miseria, que es la única que hasta la fecha de hoy han logrado imponer".


MARIANO RAJOY.

PUBLICADO EN EL FARO DE VIGO DEL 4 DE MARZO DE 1983

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